República, Guerra Civil y Resistencia antifranquista en la comarca Requena-Utiel y alrededores

domingo, 29 de julio de 2018

Pedro Alcorisa Peinado (Matías), uno de los últimos guerrilleros antifranquistas del AGLA


Pedro Alcorisa Peinado (Matías), uno de los últimos guerrilleros antifranquistas del AGLA

Teófilo Gallega

El 21 de julio fallecía en Burjassot Pedro Alcorisa Peinado, uno de los últimos guerrilleros que lucharon contra el régimen franquista en la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón, donde fue conocido por el apodo de Matías. Su muerte me sorprendió de vacaciones en Grecia, por tierras abruptas que hoyaron los numerosos partisanos que hicieron frente a los ejércitos nazis. Es frecuente ver en Grecia monumentos y placas conmemorativas que rinden homenaje a sus partisanos y miembros de la Resistencia. En España, la desmemoria y el olvido han teñido de oscuro nuestro inmediato pasado. Por eso, personas como Pedro Alcorisa siguen marginadas de nuestro imaginario colectivo.

 Pedro nació un 18 de enero de 1921 en Santa Cruz de Moya, pero la residencia familiar la tenían en la aldea de Las Higueruelas. En enero de 1939 fue llamado a filas, pero sólo estuvo tres meses pues la guerra acabó en abril. En 1942, con veintiún años, fue convocado para realizar el servicio militar en el Ejército del régimen franquista. Tres años y medio duró aquella etapa en la que se juntaron seis o siete quintas pues la Segunda Guerra Mundial estaba en su apogeo y Franco tenía movilizado a un gran contingente de soldados por lo que pudiese acontecer en el transcurso de la guerra.

El primer encuentro de Pedro Alcorisa con las guerrillas fue el 18 de noviembre de 1945. Iba con un amigo a por leña al monte y al llegar a la fuente del Rebollo se encontraron con Medina y con Paisano y los condujeron al campamento que tenían cerca de allí. Les preguntaron los nombres y les dijeron que una noche de aquellas un conocido de ellos iría a casa de Pedro Alcorisa y le diría dónde tendría que ir y qué tendría que hacer. La noche del 20 de noviembre, a las dos de la mañana, llegaron a su casa dos personas. Pedro estaba con un primo suyo y sus padres ya se habían acostado. Le preguntaron si estaría dispuesto a luchar contra el régimen franquista. Contestó que sí y entonces le dijeron que tendría que hacer todo cuanto fuese necesario. Pedro estuvo de acuerdo y les dijo que podían contar con él. Así es como Pedro se convirtió en enlace de los guerrilleros. Los servicios que para ellos hacía consistían en llevar cartas a determinado pueblo, recoger noticias de radio y llevárselas al campamento o hacer de guía cuando los guerrilleros realizaban alguna operación.
    El 1 de junio de 1946 la Guardia Civil asaltó el campamento de La Rebollosa, pero los guerrilleros fueron avisados antes y pudieron huir. El asalto le sorprendió a Pedro en una misión en Tuéjar. Tras su regreso a Las Higueruelas se enteró de que la Guardia Civil iba detrás de él. Fue cuando decidió “echarse al monte” y unirse a los grupos de guerrilleros que entonces tenían sus campamentos por la sierra de Javalambre.

En agosto de 1946, tras la reorganización de la Agrupación Guerrillera de Levante, Pedro Alcorisa, junto a José Manuel Montorio (Chaval), Antonio Ardanuy (Julio) y Salvador Peiró (el Peca), fue trasladado al 5.º Sector de la Agrupación, cuyo centro se encontraba en la comarca Requena-Utiel. La principal labor que Pedro hizo dentro del AGLA fue la de guía y enlace con los diferentes grupos y sectores. Conocía muy bien el terreno y sabía orientarse por aquellos montes y trochas de la vasta geografía que abarcaba la Agrupación. Se orientaba por las montañas, que se las conocía como la palma de su mano. A veces también se guiaba por las estrellas. La niebla era su principal pesadilla. Pero raramente se extraviaba, y nunca llegó a perderse. Los llanos de Requena-Utiel era la etapa que más larga se le hacía. Desde Sinarcas cruzaban hacia Campo Arcís, dejando Utiel a la izquierda. Era complicado cruzar todos esos llanos debido a la dificultad de orientarse, sin apenas accidentes orográficos. A veces era tarea ardua coger el camino correcto y se veían obligados a ir campo a través. Una vez tuvieron que hacer día en medio de las viñas. En uno de esos abrigos que los labriegos construyen con piedras. Allí aguantaron el día amagados. Otras veces les tocaba ocultarse en medio del centeno, esperando la caída del sol para empezar de nuevo la marcha. Las jornadas eran largas en aquellos llanos ―me comentaba Pedro―.

A Pedro le tocó ser testigo de muchos episodios de crueldad por los que tantos antifranquistas pasaron durante la dictadura. Pero uno de ellos fue especialmente duro para él y su familia. En abril de 1947 el padre de Pedro, Román Alcorisa Monleón ―más conocido en el pueblo por el nombre de Teófilo― y otros vecinos de Las Higueruelas y algunas localidades de la zona, fueron detenidos por la Brigadilla de Información de la Guardia Civil y conducidos al cuartel de Arrancapinos. Algunos murieron allí tras varios días de tortura. Su padre fue uno de ellos. Teófilo Alcorisa fue asesinado el 24 de abril. El acta de defunción indicará «asfixia por suspensión». Pero no parece que debamos achacar a la casualidad que en el listado del libro de defunciones figure la misma causa de muerte en Teófilo Alcorisa y en los otros dos nombres anotados con anterioridad a éste. Las expresiones “asfixia por suspensión” y “choque traumático” son repetidas con demasiada frecuencia en el mencionado libro.

Durante los años que duró la guerrilla la Guardia Civil puso un destacamento en Las Higueruelas y las palizas fueron el pan de cada día para muchos vecinos. Esta aldea llegó a ser conocida por los guardias de Talayuelas como la Aldea Roja. En la vecina aldea de Casas del Marqués también hicieron muchos males los guardias, recordará Pedro. Aunque, ya en guerrillas, transitó varias veces por su aldea, nunca volvió a pasar por su casa. Su madre le creía muerto.
      En 2007, Pedro y sus hermanas decidieron enterrar los restos de su padre, que yacían en una fosa común del cementerio de València, junto con los de su madre, Maximina, enterrados en el cementerio de Burjassot. De esta manera, los hijos pretendían cumplir con la última voluntad de su madre. No sabían que se enfrentarían, a estas alturas de la “democracia”, a una dura batalla legal al negarse la entonces alcaldesa, Rita Barberá, a dar el permiso para proceder a la exhumación de Teófilo Alcorisa. La batalla llegó hasta la ONU, donde el exjuez Baltasar Garzón actuó como abogado de la familia. Naciones Unidas puso el caso de la exhumación de Teófilo Alcorisa como un ejemplo de los obstáculos que España ponía a las investigaciones sobre víctimas de desaparición forzada bajo la dictadura franquista. En 2016, el Ayuntamiento de València, formado por Compromís, PSPV y València en Comú, autorizó la exhumación y corrió con los gastos de ésta.

Pedro Alcorisa fue uno de los guerrilleros que tras la disolución del AGLA en 1952 consiguieron llegar a Francia en una arriesgada operación de evacuación organizada por el PCE. A su grupo le tocó marchar en tren. Desde Xàtiva fueron a Madrid, desde allí a Pamplona y desde esta localidad, a pie, cruzaron los Pirineos. Una vez en Francia fueron a un punto de apoyo. A Pedro lo trasladaron a Burdeos, luego a París y nuevamente a Burdeos. Trabajaba en una casa para poder pagarse la pensión, pero apenas cobraba por su trabajo. Estuvo así seis años, con algunas misiones esporádicas para el partido como enlace fronterizo para cruzar a personas hacia España. En 1958 se reunió con él en Francia su paisana María Pastor, que poco más tarde se convertiría en su esposa.  Un año después, como no tenía forma de mejorar su situación en Francia, decidió marchar a la República Democrática Alemana con la ayuda del PCE. En 1960 Pedro y María se casaron y un año después nació su hija Carmen.


  Allí, en Dresde, había muchos españoles, 30 o 40 familias, recuerda Pedro. Y en Berlín otras tantas. Todos estaban organizados a través del PCE. Enrique Líster, que residía en Praga, era el responsable del control de estos militantes. Pedro Alcorisa aún recuerda las visitas de Líster, Modesto, Zapirain, Álvarez y Leandro Carro. Pero a quien con más entusiasmo recibiría sería a su antiguo camarada, compañero y jefe en las guerrillas Florián García Velasco (Grande), que entonces vivía en Praga y se desplazó varias veces a Dresde para visitarle. También recuerda Pedro la solidaridad de la comunidad de exiliados españoles, que dieron mucho dinero y ropa destinada a los huelguistas asturianos y a las familias de los encarcelados.

Tras la muerte de Franco regresó a España, fijando su residencia en Paterna y más tarde en Benimaclet. A su aldea de Las Higueruelas no regresó hasta el 5 de agosto de 2008, fecha en la que los restos de José Argilés Jarque (Manolete), su antiguo compañero y vecino, fueron trasladados de una fosa común en Villarejo de la Peñuela a su aldea de Las Higueruelas.
Pedro Alcorisa era un hombre tranquilo. Cuanto más difícil se ponía la situación, más tranquilo estaba. “Hay quien se pone nervioso y eso es malo”, me decía. Ese carácter suyo le libró en muchas ocasiones de situaciones comprometidas. Pedro siguió siendo un hombre tranquilo, además de humilde, toda su vida. Ya en el exilio, cuando desde Francia se trasladó a Dresde en 1959, empezó a trabajar en una fábrica de aviación, donde llegó a ser supervisor. A veces las temperaturas eran de 25º bajo cero. Pero a pesar del frío o la nieve él no fallaba. Le concedieron cinco medallas al trabajo en los diecinueve años que pasó allí. La última imagen que tengo de él sigue siendo la de un hombre tranquilo y humilde. El mes pasado fui a visitarlo a la residencia de Burjassot donde también vivía María, su mujer, a quien hacía ya tiempo el Alzheimer había hecho estragos en su salud.  Le entregué un ejemplar de mi libro “La guerrilla en la comarca Requena-Utiel”. Él lo recibió con gratitud, pero con la tranquilidad y la humildad de quien cree que sólo hizo en la vida aquello que cualquier persona justa y cabal hubiese hecho. Ni más, ni menos.



*Los datos aquí aportados están sacados del libro: “La guerrilla antifranquista en la comarca Requena-Utiel (desde sus orígenes hasta 1947). Crónica rural de la posguerra” y de varias entrevistas y encuentros mantenidos con Pedro Alcorisa Peinado.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario